El misterio se puso rancio
de tanto esperar
el momento propicio,
se hizo precipicio
y violeta despe?adura
de tal?micas proporciones.
Su suave nervadura en ristre
a los axones puertos
de todas mis dudas erectas,
armaron los qualias
de la arquitectura forzosa del pensamiento.
Un presentimiento neuronal
de nubes y decesos,
y su hereje consecuencia mortal
de luces fogosas
y l?quidas sombras latentes.